Además de su formación como arquitecto, Camilo ha cultivado pasiones diversas: es fotógrafo, practica ballet y explora el performance como drag queen. Para él, cada disciplina ha sido una forma de expresión y de aprendizaje, que hoy integra en su proyecto de vida.
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Su historia es la prueba de que autenticidad y disciplina no se excluyen, sino que se potencian. Con ello reta los prejuicios y reivindica la importancia de asumir la vergüenza no como freno, sino como punto de partida para crecer.